3 de juny 2008
Terratrèmol de Lisboa (1)
Lisboa és una ciutat preciosa, amb molt d'encant, plena de racons i d'història, de meravelles i de ruines, de brutícia i de llum. Quan passeges pels seus carrers, plens de gent durant el dia i moltes vegades solitaris a la nit, no pots imaginar que fa molts i molts anys aquesta era una ciutat encara més exhuberant, plena de palaus i riqueses, que va patir una desgràcia que la canviaria per sempre més, i que podria ser, perquè no, un dels orígens de la famosa saudade, la melancolia per un passat esplendorós que mai va tornar...
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El terremoto de Lisboa de 1755 tuvo lugar el 1 de noviembre de 1755, a las 9.20. Fue uno de los terremotos más destructivos y mortales de la historia, causando la muerte de entre 60.000 y 100.000 personas. El sismo fue seguido por un maremoto y un incendio, causando la destrucción casi total de Lisboa. El terremoto acentuó las tensiones políticas en Portugal e interrumpió abruptamente las ambiciones coloniales de Portugal durante el siglo XVIII.
El acontecimiento fue discutido extensamente por los filósofos ilustrados europeos, inspirando progresos importantes en la teodicea y la filosofía de lo sublime. Además, al ser el primer terremoto cuyos efectos sobre un área grande fueron estudiados científicamente, señaló el nacimiento de la sismología moderna. Los geólogos estiman hoy que la magnitud del terremoto de Lisboa sería de un 9 en la escala de Richter, con su epicentro en el océano Atlántico a unos 200 km al oeste-sudoeste del Cabo de San Vicente.
El terremoto
El terremoto tuvo lugar la mañana del 1 de noviembre, el día de Todos los Santos para los católicos. Los informes contemporáneos indican que el terremoto duró entre tres y medio y seis minutos, produciendo grietas gigantescas de cinco metros de ancho que se abrieron en el centro de ciudad. Los supervivientes huidos en pos de seguridad al espacio abierto que constituían los muelles pudieron observar como el agua retrocedía, revelando el lecho del mar, cubierto de restos de carga caída al mar y los viejos naufragios. Cuarenta minutos después del terremoto, tres tsunamis de entre 6 y 20 m engulleron el puerto y la zona centro, subiendo aguas arriba del río Tajo. En las áreas no afectadas por el tsunami, los incendios surgieron rápidamente, y las llamas asolaron la ciudad durante cinco días.
De una población lisboeta de 275.000 habitantes, unas 90.000 personas murieron. Otras 10.000 murieron en Marruecos, en Ayamonte (Huelva, España) murieron más de 1000 personas, y se registraron víctimas y daños de consideración en más puntos del sur de España y de por toda la península ibérica. El ochenta y cinco por ciento de los edificios de Lisboa resultaron destruidos, incluyendo palacios y famosas bibliotecas, así como la mayoría de los ejemplos de la arquitectura manuelina, distintiva del siglo XVI portugués. Varios edificios que habían sufrido pocos daños a causa del terremoto fueron destruidos posteriormente por el fuego. El recién estrenado teatro de la ópera (inaugurado solamente seis meses antes), resultó destruido por el fuego hasta sus cimientos. El Palacio Real, situado junto al río de Tajo donde hoy se encuentra el Terreiro do Paço, fue destruido por los efectos sucesivos del terremoto y el tsunami, al igual que el Teatro Real do Paço da Ribeira, situado frente al palacio. Dentro de éste, la biblioteca real que constaba de unos 70.000 volúmenes, así como de centenares de obras de arte, incluyendo pinturas de Tiziano, Rubens y Correggio, resultó destruida.
Grabado de 1755 mostrando las ruinas de la ciudad en llamas y un tsunami arrollando los barcos del puerto.Los archivos reales desaparecieron junto con los detallados expedientes históricos que describían las exploraciones de Vasco da Gama y otros exploradores tempranos portugueses. El terremoto también destruyó importantes iglesias de Lisboa, como la catedral de Santa María, las basílicas de São Paulo, Santa Catarina, São Vicente de Fora, y la iglesia de la Misericordia. El Hospital Real de Todos los Santos (el hospital público más grande de la época) fue consumido también por el fuego y centenares de pacientes murieron carbonizados. La tumba del héroe nacional Nuno Álvares Pereira se perdió también. Los visitantes de Lisboa pueden todavía caminar entre las ruinas del Convento do Carmo, que fueron preservadas para recordar a los lisboetas la destrucción causada por el terremoto.
Se dice que muchos animales detectaron el peligro y huyeron a un terreno más elevado antes de que llegara el agua. El temblor de Lisboa fue el primer evento de su tipo documentado en Europa.
Lisboa no fue la única ciudad portuguesa afectada por la catástrofe. En todo el sur del país, sobre todo en el Algarve, la destrucción fue general. Hay que añadir que también muchas ciudades del sur de España sufrieron una suerte de destrucción parecida.
Los efectos del terremoto fuera de Portugal
Las ondas sísmicas causadas por el terremoto fueron sentidas a través de Europa hasta Finlandia y África del Norte. Tsunamis de hasta 20 m de altura barrieron la costa del Norte de África, y golpearon las islas de Martinica y Barbados al otro lado del Atlántico. Un tsunami de 3 m golpeó también la costa meridional inglesa.
En España produjo al menos 5.300 muertos según el recuento de la época y abundantes daños. Algunas de las ciudades más afectadas fueron:
En Sevilla hubo nueve víctimas fatales, el 89% de las viviendas resultaron dañadas y afectó incluso a la Giralda.
En Salamanca sufrió importantes daños en muchos de sus edificios. Dentro de estos, se cuentan algunos como los que afectaron a la catedral nueva, los que fueron de tal magnitud, que se barajó la posibilidad de derribar su torre ante el peligro de desplome, y se tuvo que desmantelar la cúpula del cimborrio de la misma catedral para volverla a levantarla posteriormente. Por suerte, no se produjeron en dicha ciudad víctimas fatales.
En Valladolid, la torre de la catedral sufrió graves daños, derrumbándose en 1841.
En Palencia, la torre de la Iglesia de San Miguel tuvo que ser protegida, ya que casi se desploma.
En Jaén, las torres de la Catedral se agrietaron y la estabilidad del edificio se vio comprometida, lo que obligó a la construcción del Sagrario —en 1761— para darle consistencia a la estructura.
En Alcaudete se produjeron numerosos daños, como los de su castillo, el que aun habitado en aquella época, tuvo que ser abandonado por los destrozos.
La catedral de Baeza se desplomó, así como la gran cúpula de la capilla de San Andrés.
Las costas de las provincias de Huelva y Cádiz fueron afectadas gravemente por el maremoto posterior: En Ayamonte murieron 1.000 personas; en Lepe se produjeron 400 muertes, además de la destrucción del 81% de su flota pesquera. En Cádiz las altas olas rompieron las murallas portuarias, y el mar invadió la ciudad tres veces, falleciendo numerosas personas. Conil de la Frontera fue destruido, y en Sanlúcar de Barrameda, El Puerto de Santa María y Jerez de la Frontera, hubo cuantiosas víctimas y desperfectos.
En Cádiz la ola del maremoto alcanzó los 15 m de altura, frente a los 5 m de Lisboa. En Madeira el mar subió 4 m, y en Porto 1 m. En Ceuta, Cornwall y Gibraltar fueron 2 m.
La posiblemente única consecuencia positiva del terremoto fue la conformación en la costa de Huelva de una isla donde tras los sucesos del citado 1 de noviembre se fundó la ciudad de Isla Cristina.
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