15 d’ag. 2009

Memòria perduda


L'altre dia, al pis de dalt del meu, es va organitzar una mena de jornada de neteja, però no amb motxo i escombres, sinó de llibres. Resulta que la inquilina va morir fa unes semanes i els propietaris tenien pressa per buidar el pis. El problema és que totes les habitacions estaven literalment folrades de llibres i els familiars que li quedaven a la dona, ja grans, no es veien en cor de treure'ls. Total, que van fer veus i van invitar a familiars, amics i veïns a anar a la casa i agafar els llibres que més els hi interessessin.

Em va impressionar molt aquell pis. Mobles sencers, prestatges i més prestatges plens d'enciclopèdies de tota mena, llibres moders, molts llibres antics, bastants sobre la 2a Guerra mundial,... Tota una vida en 70 metres quadrats. De sobte, remenant en un moble raconer (que extrany es fa tocar coses d'un pis que no és teu) vaig trobar una col.lecció inmensa de discs de vinil, dels grans i dels petits, la majoria antics, i la majoria de ranxeres, ja que segons em van explicar el marit de la dona era mexicà. N'hi havia centenars, també de música catalana, de grups dels seixanta,... En preguntar per tot allò, em van dir: endu-t'ho si vols. De fet, si no ho traiem ara, es llançarà a les escombraries...

Allò em va colpir. No hi ha res que em faci tan mal com la idea que la música es pugui tirar com un objecte inservible. I vaig decidir quedar-m'ho. O sigui que ara tinc l'habitació plena de vinils vells esperant destí. Algun d'ells me'ls quedaré, segur, i la resta potser els donaré a algun antiquari del barri, que he vist que en tenen exposats a les seves botigues.

de tot això, el que m'ha quedat més gravat, sens dubte, va ser la sensació que en un dia estàvem fent desaparèixer records de tota una vida. Les persones som com formiguetes, a vegades, anem recollint objectes que ens estimem molt i els guardem amb afecte fins la vellesa. llavors moltes vegades no pensem què passarà amb allò quan morim (i passa l'os formiguer per fer-ho desaparèixer) Però tot i la idea trista i melancòlica que hi ha de fons, aquesta història té final feliç, perquè aquests records en forma d'objectes i llibres tenen ara nous propietaris, i el seu cicle continua.

Ara penso que algun dia d'aquests hauria de fer neteja...

6 d’ag. 2009

Menonitas. Desconectados del mundo


Sin televisión, ni teléfono, ni Internet. Los menonitas luchan por mantener viva una burbuja de austeridad y religión. Éste es un viaje al corazón de sus colonias en Bolivia, donde recientemente se han visto salpicados por el escándalo.

A unos 15 kilómetros de la pequeña ciudad de Charagua, en el sureste de Bolivia, una estrecha carretera de tierra llena de baches conduce a un mundo que vive en el pasado. Se parece al de los conocidos amish, con quienes comparten raíces pero mantienen diferencias (como las relativas al uso de la tecnología, respecto al cual los amish suelen ser más restrictivos). Este universo aislado se llama colonia Pinondi. Tiene casi 3.000 habitantes. Es uno de los 50 asentamientos menonitas del país.

No han escuchado hablar de Michael Jackson, Madonna o Messi. Ni siquiera los más jóvenes.Los menonitas deben ir por el camino angosto. En bolivia hay unas 50 colonias de entre 1.000 y 6.000 habitantes

Una cuadrícula de caminos, también sin asfaltar, sirve para desplazarse dentro de ese mundo. Pero no en automóvil, sino en unas pequeñas carrozas tiradas por caballos llamadas buggies. Cada pocos metros aparece una casa. Todas tienen paredes de ladrillo y tejado de calamina ondulada. Están habitadas por personas cuyo aspecto físico contrasta fuertemente con el de los bolivianos. Los menonitas son muy altos, tienen rasgos angulosos y -casi todos- pelo rubio y ojos azules. Los hombres se visten con overol o mono de granjero y sombrero de cowboy; las mujeres, con vestidos largos estampados con motivos florales y un gran sombrero blanco. Niños y niñas son copias en miniatura de los adultos. Todos tienen nombres bíblicos.

HACE TRES AÑOS,Jacob Teichroeb dirigía una de las tres mayores queserías de esta colonia. Su padre, el dueño del negocio, estaba planeando instalar una maquinaria nueva para producir mozzarella. El proyecto se vio frustrado. "Los ministros vinieron diciendo que sería malo para la religión", explica Jacob, de 32 años. "Son muy cerrados. Los ministros piensan que todo lo nuevo es malo, y no dejan libertad a la gente. Mi padre tuvo que abandonar sus intenciones. Si no, lo hubieran expulsado. El progreso es un monstruo a ojos de los viejos".

Esta tendencia a evitar el progreso es una de las características de los menonitas. Sin teléfono, ni televisión, ni Internet, se mantienen desconectados del mundo, "fuente de tentaciones". Surgieron en el siglo XVI como grupo cristiano anabaptista de origen germánico. Perseguidos en sus tierras de origen, establecieron colonias en los países que les permitían conservar su forma de vida. Procedentes de asentamientos de Paraguay, México y Canadá, comenzaron a llegar en 1954 a Bolivia, donde se encuentran algunas de las comunidades más aisladas. El medio centenar de colonias del país, de entre 1.000 y 6.000 habitantes cada una, se reparten por los departamentos de Santa Cruz, Beni y Tarija.

Según la Conferencia Mundial Menonita, sus fieles se encuentran en más de 60 países. Los hay completamente integrados en la sociedad moderna, sobre todo en los países del Primer Mundo (en España han surgido ocho iglesias en los últimos 40 años). Los más conservadores se llaman Old Colony. Viven en el continente americano y pueden llegar a ser más tradicionales que algunos amish.

La colonia Pinondi, como todas las de Bolivia, es una de estas comunidades Old Colony. Entre los pilares de su economía están la agricultura, destacando la producción de soja, y la ganadería bovina, especialmente dedicada a la obtención de leche para su producto estrella: el queso. En la quesería de Jacob no se para. "Aquí recibimos la leche de cuatro campos. Unos 6.000 litros diarios. Compro la leche a 1,20 bolivianos y vendo el kilo de queso a 12 bolivianos (1,20 euros). Como necesito 9,3 litros de leche para hacer un kilo de queso y tengo seis empleados... ¡Vivo de las pérdidas! Subsistimos porque formamos una cooperativa con el almacén, que también es de mi padre. Pagamos con productos. Así ocurre en casi todas la colonias".

ESTOS ALMACENES son pequeñas tiendas que ofrecen alimentos, telas y recambios para maquinaria. Lo justo para no tener que ir a la ciudad. "Vendemos el queso a los bolivianos. Ellos entran con camiones para llevárselo a Tarija y a Santa Cruz", prosigue Jacob. "Tienen que venir a la colonia con frecuencia, ya que, al estar hecho con leche fresca, el queso no dura mucho. Nos gustaría montar una pasteurizadora, pero tampoco nos dejan los ministros".

-¿No se cansa de esta falta de libertad?

-¡Claro! He pensando en marcharme a una colonia más permisiva, pero es complicado. Tendría que buscar una casa allí, un trabajo... Además, mis padres y hermanos están aquí. Reconozco que todas estas normas ponen freno a nuestro trabajo. ¿Ha visto los tractores de la colonia? ¡Está prohibido poner neumáticos de goma! Tenemos ruedas de hierro que sólo aplastan la tierra y consumen mucho más gasóleo.

"Lo de las ruedas de hierro en los tractores tiene un motivo", argumenta Jacob Wiebe, obispo menonita de la colonia de Nueva Esperanza (al este de Santa Cruz). "Con la llanta de fierro no se puede correr. Sólo sirve para trabajar. Si ponemos goma los jóvenes correrán. Ya pasa en otras colonias donde está permitido. Además, pueden ir a la ciudad. Y nosotros no queremos poner facilidades para que eso ocurra".

-Podrían ir a la ciudad en el buggy...


-El buggy no alcanza. La ciudad está demasiado lejos y el caballo se cansa.

El obispo constituye aquí la máxima autoridad. Hay uno por cada colonia, con ministros repartidos por los diferentes campos. Su función es cuidar de que los menonitas vayan "por el camino angosto". Sus cargos son vitalicios. Son elegidos tras muchos días de oración, esperando a que el Espíritu Santo ilumine la decisión. Sólo son elegibles los hombres bautizados, casados y con hijos que hayan demostrado cualidades especiales como padres. Aseguran no recibir remuneración alguna. "De eso se encargará el de arriba después", explica el obispo Jacob Wiebe. "Nuestra religión es así. Queremos ser atrasados para no ser orgullosos. Sólo gastamos electricidad de generador para trabajar". A sus cerca de 60 años, la austeridad de Jacob queda patente en su raído overol de granjero.

NO HAN ESCUCHADOhablar de personajes como Michael Jackson, Madonna, Messi o Maradona. Ni siquiera los más jóvenes. "La música también está prohibida", proclama Peter Groening, uno de los ministros de la colonia Nueva Esperanza. "Aturde el espíritu, lo mismo que el alcohol. Es más peligroso en los jóvenes, que sienten curiosidad por todo. A veces hemos tenido problemas con drogas. Eso es mucho más grave".

Muchos menonitas no sólo ven razonables todas estas limitaciones, sino que intentan buscarlas. Un alto porcentaje de los que residen en Bolivia proceden de colonias extranjeras donde las costumbres se han relajado. Que este país tenga el menor índice de desarrollo humano (IDH) de Suramérica y una renta per cápita, según el Fondo Monetario Internacional, de poco más de 1.700 dólares puede representar para algunos más una ventaja que un inconveniente. Es el caso de Isaac Banman y de su esposa, Susana. Hoy viven en Durango, una colonia de unos 3.000 habitantes. "Llegamos de una colonia de Paraguay. Muchos tienen allí camionetas y motos. Algunos se emborrachan. A veces, se matan en accidentes. Nos trasladamos a Bolivia para criar a nuestros hijos porque aquí todavía todo está muy pobre y atrasado. Es mejor así".

Isaac, de 46 años, y Susana, de 41, tienen 12 hijos: ocho chicos y cuatro chicas. No forman una familia especialmente numerosa entre los menonitas, donde existen matrimonios con hasta veinte hijos. Su casa es amplia, pero austera. Hay pocos muebles y son muy sencillos. A la hora de la cena se reúnen todos en torno a una gran mesa levemente iluminada por farolillos de queroseno. Antes de comer se bendice la mesa en silencio, con la cabeza gacha y las manos juntas sobre el regazo. La relación con Dios es siempre íntima. Los niños se irán después a dormir los primeros.

Hacia las seis y media de la mañana los caminos se llenan de niños rumbo a la escuela. En Swift Current, colonia de 2.500 habitantes situada a unos 45 kilómetros de Santa Cruz de la Sierra, los alumnos esperan al profesor jugando en el patio. Las risas se escuchan desde mucha distancia ante el silencio que preside el paisaje. El profesor Frans Peters, de 42 años, llega en su buggy. Abre las puertas para que entren los alumnos. Ellos, por una puerta, y ellas, por otra. Todos en pie, entonan una serie de cantos religiosos en lengua plattdüütch, un dialecto antiguo del alemán medieval por el que se comunican los menonitas.

Normalmente, sólo los hombres son capaces de hablar en español. Lo aprenden al hacer negocios con los bolivianos. Frans explica lo que dicen los niños de su clase esta mañana. Uno ha preguntado: "¿Cómo es la cosa cuando un hombre tiene dos mujeres?". Todos contestan: "Esto está mal porque Dios quiere que cada hombre tenga una sola mujer". Frans asegura que cuando sean mayores, estos niños no irán a la universidad. Su aprendizaje se centrará en el estudio de la Biblia y aritmética básica. "Los menonitas estudiamos lo justito para hacer la vida en la granja. Si los jóvenes saben mucho, igual quieren marcharse". En estas sociedades patriarcales, los varones están destinados a ocupar todos los cargos dirigentes. Prácticamente todas las mujeres se dedican a tareas de la casa y a cuidar de su numerosa prole.

SIEMPRE PREOCUPADOSpor mantenerse separados del mundo, los menonitas se enfrentan ahora a una amenaza que por primera vez viene de dentro. La policía boliviana detuvo el pasado mes de junio a ocho miembros de Manitoba, colonia de algo más de 2.000 habitantes situada a unos 150 kilómetros de Santa Cruz de la Sierra, por haber violado presuntamente a 100 mujeres de su propia comunidad. Según el rotativo cruceño El Deber, el fiscal del caso aseguró que "los acusados aprovechaban la oscuridad de la noche para aproximarse a las viviendas de los comunitarios y echar un spray narcotizante por las ventanas y puertas, durmiendo así a los ocupantes. Posteriormente, violaban a las mujeres en estado de inconsciencia". Las mujeres violadas declararon al fiscal que, cuando amanecían sin ropa interior, pensaban que habían sido violadas por el demonio. Al poco tiempo de conocerse estos hechos se descubrió otro caso similar en la colonia Riva Palacios, donde varias familias acusan a un vecino de haber abusado sexualmente de 24 mujeres.

Al margen de escándalos, los menonitas de Bolivia luchan por mantener sus rutinas. Los sueños y esperanzas suelen centrarse en cosas muy sencillas. En el deseo de que todo siga igual, que las cosechas sean buenas y que puedan conservar su aislamiento. Los feligreses siguen la misa del domingo en la iglesia de la colonia Pinondi. Unas gotas tamborilean sobre el techo. Cuando la lluvia aprieta, los hombres salen corriendo a cubrir con plástico los asientos de los buggies aparcados junto a la puerta. Hay miradas sonrientes. El ministro sigue con la ceremonia. No llovía casi nada desde cinco meses atrás. Los campos estaban demasiado secos. Todos respiran aliviados: "Este año la cosecha se salvará". Y con ella, ese universo hermético a 15 kilómetros de la pequeña ciudad de Charagua donde todos se esfuerzan por seguir "el camino angosto".
JORDI BUSQUÉ (EPS) 02/08/2009

5 d’ag. 2009

Aigua que mata


En Bangladesh al menos 10 millones de personas beben agua con arsénico de los pozos que promovió la cooperación internacional

"Me salieron manchas en la piel y después empezaron los problemas de riñón. Mi tobillo derecho está muy inflamado y me duele muchísimo, los médicos dicen que debo cuidarme para que no se me gangrene", se queja Sinu Rani, una jornalera de Bangladesh que tuvo de dejar su trabajo por las dolencias. Es sólo una víctima más del mayor envenenamiento colectivo de la historia: cada día millones de personas beben agua de pozos contaminados con arsénico en este país del sur de Asia.


"Al lado de esto, Chernóbil podría parecer un 'pic-nic", dice un experto.Los afectados pueden sufrir cáncer e infartos de miocardio.El único tratamiento es dejar de beber el agua intoxicada y comer bien

El 16% de los pozos del país están envenenados. Se pintan de color rojo
La tragedia es traicionera: la gran mayoría va enfermando poco a poco. Sin darse cuenta. El agua que beben no tiene ningún olor o sabor extraño. Pero con el tiempo -de ocho a 20 años después- empiezan a sufrir manchas en la piel, sensación de ardor, cansancio crónico, pérdida de la sensibilidad en las extremidades, gangrena o daños en los órganos internos que puede evolucionar en cáncer, principalmente de la piel, vejiga y pulmón. Algunos también mueren fulminados por infartos de miocardio. Todos consumen agua extraída de pozos que fueron construidos por la cooperación internacional para frenar otras enfermedades, y que ahora les está matando.

Por si fuera poco, además de los problemas de salud, los enfermos sufren también una grave discriminación. Se enfrentan al desconocimiento del resto, que no sabe que los males que padecen estas personas no son contagiosos. Sahida Begum, tiene 32 años. Vivía de lo que ganaba con un puesto de té en la calle. "Pero cuando me empezaron a salir manchas y grietas en las manos, la gente dejó de comprarme por miedo a infectarse", cuenta esta mujer. "Ahora tampoco me dejan coger agua del pozo limpio. Tienen miedo a que lo contamine", dice. Rani y Begum son vecinas del distrito de Mushinganj. En este lugar, al sur Dhaca, la capital, hasta el 47% de los pozos están contaminados con arsénico, según los datos del Hospital Comunitario de la ciudad. Pero en algunas aldeas la contaminación afecta al 91% de los pozos.

La de Bangladesh es una catástrofe tan grande y tan devastadora que "hace parecer a Chernóbil como un pic-nic de escuela de domingo", ha repetido en varias ocasiones Richard Wilson, el especialista de Harvard que también ha estudiado también los efectos radioactivos en la ciudad de Ucrania.

¿Cuántas personas están expuestas a beber ese agua contaminada? Los recuentos más conservadores -hechos por la Organización Mundial de la Salud (OMS), Unicef, FAO y Banco Mundial- estiman que al menos unos 10 millones de ciudadanos podrían estar actualmente bebiendo de ese agua. Una cifra, además, matizada. Tiene en cuenta que Bangladesh acepta un contenido de arsénico de 50 partes por billón (ppb), una cantidad cinco veces más alta de la que recomienda la OMS en el agua para beber. Así, podrían ser varios millones más si se contemplaran las recomendaciones de la organización internacional.

El Centro Nacional de Información para la Mitigación del Arsénico alertaba, contemplando sus datos de 2008, de que el riesgo de beber agua contaminada con arsénico con concentraciones de más de 50 ppb afecta a unos 20 millones de personas. "Las cifras dependen de qué concentración de arsénico se tenga en cuenta, pero en todo caso hay decenas de millones de personas expuestas en todo el país", asegura el director del programa de investigación de los efectos del arsénico en la salud de la Universidad de California, Allan H. Smith.

El Gobierno reconoce que actualmente se está tratando a más de 38.000 pacientes por diferentes patologías relacionadas con el arsénico. Sin embargo, los enfermos pueden ser más. Los expertos sospechan que muchas personas sufren cáncer sin saberlo o han fallecido sin que se les diagnosticase la causa real de la muerte.

El arsénico está por naturaleza en el subsuelo en diversas regiones del mundo. En Asia se ha localizado en algunas partes de India y de China, pero Bangladesh se reconoce hasta ahora como el país más afectado en todo el mundo. Este tóxico ocuparía hasta en el 60% de su territorio, según estudios del Hospital Comunitario de Dhaca y la Universidad de Jadavpur, en Calcuta.

En Bangladesh, antes de los años 1970, la gente no tenía ningún contacto con este contaminante, pues bebía agua superficial, de los ríos y los estanques. En esa época miles de niños morían por diarrea cada año -250.000 según el Banco Mundial-, provocada por los microorganismos que contenía el agua.

Para evitar ese problema el Gobierno de Bangladesh y Unicef pusieron en marcha un programa para que la gente se acostumbrase a beber de los pozos que comenzaron a perforar por todo el país. No sabían que estaban dando Arsénico por compasión, haciendo honor al título de la clásica película protagonizada por Cary Grant: al agua de estos pozos no se le revisó los niveles cancerígenos. Los hábitos de consumo de agua cambiaron rápidamente, y el 95% de la población de Bangladesh empezó a utilizar el nuevo sistema. Otras organizaciones de la cooperación internacional continuaron haciendo pozos. La gente también empezó a construirlos por su cuenta. Y fue a principios de los noventa cuando se descubrió el envenenamiento masivo. Cuando ya la población había estado bebiendo agua contaminada a lo largo de muchos años.

¿Estaba Unicef implicado en la construcción de estos pozos? "Implicadísimo", responde el representante de esa organización en Bangladesh, Carel de Rooy. "Por eso salvamos a millones de niños de morir por diarrea", se justifica. "En aquel tiempo no se acostumbraba a hacer pruebas de arsénico", asegura con autoridad este hidrogeólogo, que incluso trabajó en la instalación de ese tipo de pozos en Nigeria.

Muchos aseguran que a toro pasado es fácil culpar a la organización de la ONU. Pero es que ahora se saben cosas que antes se desconocían, como explica Allan H. Smith, de la Universidad de California. Sin embargo, para los activistas, Unicef y otras organizaciones internacionales son responsables, porque cayeron en un error por omisión. "En esa época ya se conocían casos de contaminación por arsénico en Antofagasta (Chile) o en Tseng (Taiwán)", dice el doctor Mahmuder Rahman, del Hospital Comunitario de Dhaca.

Rahman asegura que al mundo no le importa este problema porque Bangladesh es un país pobre. Y porque dentro este Estado también son los más desfavorecidos quienes más lo sufren. "Los que están mal nutridos tienen más riesgo de sufrir el envenenamiento", asegura. "El único tratamiento es dejar de beber el agua contaminada, comer bien y tomar vitaminas". Pero para muchos no consumir ese agua es difícil.

Porque todavía no saben que es tóxica; o porque en más de 8.000 aldeas el 80% de los pozos están contaminados. En otras 2.300 son todos los intoxicados.

Desde que se supo del problema de contaminación por arsénico a principios de los noventa, se realizaron una serie de campañas para marcar los pozos con pintura: verde si es seguro y rojo si está contaminado. Pero ni siquiera todos los pozos han sido revisados. Según los últimos datos conocidos, de los 8,6 millones de pozos que hay, sólo un 55% han sido revisados. De ellos 1,4 millones están envenenados (Un 29% de los pozos revisados). Una cifra aterradora que podría crecer.

Cultivos contaminados, cosechas arruinadas

Los organismos luchan para que en las aldeas haya fuentes alternativas de agua sin arsénico: 100.000 de ellas se construyeron entre 2000 y 2005, según datos de Unicef. Este organismo considera que la solución pasa por construir pozos con mayor profundidad donde no se registren niveles tóxicos de arsénico.

Desde el Hospital Comunitario de Dhaca aseguran que se deben promover otras medidas al alcance de la población. Como la potabilización del agua de los ríos o de la lluvia, o la instalación de pozos poco profundos que filtren el agua con arena. Creen además, que los que fueron marcados como seguros (sin arsénico) deberían estar en constante revisión: puede que algunos que antes no estuvieran contaminados lo estén ahora.

Gracias a estas campañas de concienciación cada vez más gente conoce el problema, pero aún así el futuro es bastante oscuro. La población ya ha ingerido por muchos años este tóxico, y las enfermedades -como el cáncer- pueden surgir muchos años después de la exposición. El cáncer de pulmón o de vejiga normalmente tarda al menos 20 años en manifestarse después de la exposición, asegura Allan H. Smith, experto de la Universidad de California

"Van a aumentar los casos. Es difícil saber cuándo, porque muchos síntomas están latentes", dice el asesor de salud ambiental de la OMS, Andrew Trevett. El empobrecido país tiene problema para rato. "El coste para el sistema de salud en los próximos años será muy alto. El gran número de enfermos hará también que se resienta la economía y la productividad del país", lamenta Carel de Rooy, de Unicef.

Por si fuera poco el arsénico podría estar ya acumulándose en los campos de cultivo: gran parte de las cosechas del país se riegan con agua contaminada. Y no se sabe el impacto que podría tener este tóxico en la cadena alimenticia. "Generalmente la concentración más alta de arsénico se encuentra en las raíces, seguida por los brotes, hojas y granos".

"Es muy preocupante que las cosas no hayan mejorado nada en los últimos años: no he visto ningún cambio para bien. La situación es muy mala. La atención y los recursos se han desviado a los problemas del cambio climático", comenta Ainun Nishat, el representante para Bangladesh de IUCN, la red de organizaciones para el medioambiente más grande del mundo.

Aunque el mismo Nishat asesora al Gobierno en temas relacionados con el agua, ve improbable que se llegue a cumplir la promesa de proveer agua limpia para toda la población en 2011. Y mientras tanto la gente sigue sufriendo. "Estoy muy enfadada porque por muchos años bebí de un pozo contaminado y nadie me dijo nada. Ahora estoy enferma y mi marido tan débil que a veces no puede trabajar. Pero lo que más me preocupa es que mis hijos se puedan enfermar después", comenta Salma Begum, una de las millones de víctimas.


Cultivos contaminados, cosechas arruinadas

Los organismos luchan para que en las aldeas haya fuentes alternativas de agua sin arsénico: 100.000 de ellas se construyeron entre 2000 y 2005, según datos de Unicef. Este organismo considera que la solución pasa por construir pozos con mayor profundidad donde no se registren niveles tóxicos de arsénico.

Desde el Hospital Comunitario de Dhaca aseguran que se deben promover otras medidas al alcance de la población. Como la potabilización del agua de los ríos o de la lluvia, o la instalación de pozos poco profundos que filtren el agua con arena. Creen además, que los que fueron marcados como seguros (sin arsénico) deberían estar en constante revisión: puede que algunos que antes no estuvieran contaminados lo estén ahora.

Gracias a estas campañas de concienciación cada vez más gente conoce el problema, pero aún así el futuro es bastante oscuro. La población ya ha ingerido por muchos años este tóxico, y las enfermedades -como el cáncer- pueden surgir muchos años después de la exposición. El cáncer de pulmón o de vejiga normalmente tarda al menos 20 años en manifestarse después de la exposición, asegura Allan H. Smith, experto de la Universidad de California

"Van a aumentar los casos. Es difícil saber cuándo, porque muchos síntomas están latentes", dice el asesor de salud ambiental de la OMS, Andrew Trevett. El empobrecido país tiene problema para rato. "El coste para el sistema de salud en los próximos años será muy alto. El gran número de enfermos hará también que se resienta la economía y la productividad del país", lamenta Carel de Rooy, de Unicef.

Por si fuera poco el arsénico podría estar ya acumulándose en los campos de cultivo: gran parte de las cosechas del país se riegan con agua contaminada. Y no se sabe el impacto que podría tener este tóxico en la cadena alimenticia. "Generalmente la concentración más alta de arsénico se encuentra en las raíces, seguida por los brotes, hojas y granos".

"Es muy preocupante que las cosas no hayan mejorado nada en los últimos años: no he visto ningún cambio para bien. La situación es muy mala. La atención y los recursos se han desviado a los problemas del cambio climático", comenta Ainun Nishat, el representante para Bangladesh de IUCN, la red de organizaciones para el medioambiente más grande del mundo.

Aunque el mismo Nishat asesora al Gobierno en temas relacionados con el agua, ve improbable que se llegue a cumplir la promesa de proveer agua limpia para toda la población en 2011.

Y mientras tanto la gente sigue sufriendo. "Estoy muy enfadada porque por muchos años bebí de un pozo contaminado y nadie me dijo nada. Ahora estoy enferma y mi marido tan débil que a veces no puede trabajar. Pero lo que más me preocupa es que mis hijos se puedan enfermar después", comenta Salma Begum, una de las millones de víctimas
ANA GABRIELA ROJAS (ENVIADA ESPECIAL EL PAIS) - Dhaca - 02/08/2009

3 d’ag. 2009

Cuídate (prenez soin de vous)


El largo adiós de Sophie Calle

1

Ayer Sophie Calle me envió su libro Prenez soin de vous (Cuídate). Cuando vi que podía también traducirse por Que dios te ampare, sentí un cierto escalofrío. ¿Se estaría sutilmente despidiendo de mí?

2

Las cartas de amor -decía Pessoa- son ridículas. Pero ¿qué decir de las de ruptura? Sin duda también pueden serlo. La que Sophie Calle recibió no hace mucho (un e-mail para ser más exactos) contenía una serie de explicaciones por parte de G. que desembocaban en una fría, glacial despedida: "Prenez soin de vous".

No sabiendo Sophie Calle qué responder y no acabando de entender la irónica y cruda recomendación final, decidió pedir a 107 mujeres que interpretaran esa carta. Y así comenzó una de las más interesantes aventuras estéticas de los últimos años, el libro Prenez soin de vous. En él encontramos bailarinas, criminólogas, periodistas, astrólogas, poetas, matemáticas, dramaturgas, traductoras, pintoras: todas interpretando, subrayando, mordiendo, analizando sintácticamente, decodificando el mensaje de G.

"Recibí un e-mail de ruptura", explica Sophie en su libro. "No supe qué responder. Fue como si no fuera conmigo aquello. Terminaba diciendo: 'Cuídate'. Tomé la recomendación al pie de la letra. Pedí a 107 mujeres que me ayudaran a interpretar el e-mail. Que lo analizaran, lo comentaran, lo representaran, lo bailaran, lo cantaran, lo disecaran, lo agotaran. Que hicieran el trabajo de comprender por mí. Que hablaran en mi lugar. Una manera de tomarme mi tiempo para romper. A mi ritmo. En definitiva, cuidarme".

En Prenez soin de vous se observa que aquello que nos toca en lo más íntimo -la ruptura de un amor, por ejemplo- no tiene por qué necesariamente ser un asunto personal. Al contrario, se inscribe en un campo común, universal. ¿Quién no ha cruzado, en algún momento de su vida, por una historia así? Alan Pauls analizó espléndidamente el amor después del amor en su novela El pasado, obra maestra sobre el tema. Sobre este asunto lo cierto es que todo el mundo tiene algo que contarte. Son famosas unas palabras de Woody Allen: "Mi mujer se fue con otro; entonces, yo la dejé".

3

En cuanto al amor, cualquier definición de vitalidad está ligada de algún modo a él. Fue interesante, el otro día, la respuesta de Imre Kertész cuando le preguntaron si tuvo momentos felices en Auschwitz: "Sí que los tuve, surgen de lo profundo de uno, y como el mar te inundan, pasan muy rápido, pero dejan el recuerdo, es la vitalidad". El amor, cuando hay ruptura, también pasa rápido y es la vitalidad y surge, en efecto, de lo más profundo y deja el recuerdo, también el recuerdo -a veces lamentable- de la ruptura: a veces lamentable, sí, pero en otras alegre, porque yo siempre he visto un lado liberador en ciertas rupturas.

El libro de Sophie me ha recordado Carta breve para un largo adiós, la gran novela de Peter Handke. Al regresar a su hotel, el Wayland Manor, cerca de Nueva York, un hombre de 30 años recibe del portero las llaves de su habitación y un sobre con una carta (breve) que dice así: "Estoy en Nueva York. Por favor, no me busques; no te resultaría agradable encontrarme".

Tras la carta breve de ruptura y a modo de instintiva reacción de supervivencia, el hombre se abrirá al mundo, viajará a lo largo y ancho de Estados Unidos, leerá emocionado El gran Gatsby -la biblia de los amores truncados- y convertirá su pequeño asunto personal en un asunto de todos, en un viaje de apertura hacia el paisaje de los demás, en un libro sobre la historia de su largo adiós. En cierta forma, el personaje de Handke actúa de un modo parecido a Sophie Calle con su e-mail o carta breve. Sólo que Sophie parece tener mejor humor. En las páginas finales de su libro aparece fotografiada una cacatúa que también lee el e-mail de G. y acaba metiendo su pezuña en él. Puede que haya cartas de amor ridículas, pero también las hay muy peligrosas.

4

A veces hay personas que, sin saber que estaban enamoradas, se despiden para siempre. En un cuento muy breve de Ray Bradbury titulado Hasta nunca suena un golpe suave en la puerta de una cocina que da a un jardín. Cuando la señora O'Brian abre, se encuentra con su mejor inquilino, el señor Ramírez, acompañado de dos policías de inmigración. Después de 30 meses de estancia allí, su mejor inquilino ha sido descubierto y, por no tener papeles legales, va a ser devuelto al otro lado de la frontera. El señor Ramírez está allí para despedirse de la señora O'Brian. "Adiós, señora, se ha portado usted bien conmigo. Adiós, señora. No nos veremos nunca más", le dice. Cuando ella se queda sola y entra en su casa y sus hijos le reclaman la comida, se queda de pronto muy pensativa. "¿Qué te pasa, mamá?", preguntan. La señora O'Brian les dice, con una gran pena súbita: "Que me acabo de dar cuenta de que no veré nunca más al señor Ramírez".

Cada día nos despedimos de alguien a quien no veremos más. Como siempre estamos peligrosamente despidiéndonos, hay tardes en las que me despido de todo el mundo y, cuando me quedo solo, decido retardar mi regreso a casa para evitar que me ocurra lo de una amiga que se despidió y ya nunca la volvimos a ver. Voy entonces a lugares extraños y hablo con desconocidos y de todos luego me despido: "¡Adiós, señora O'Brian, ya no nos veremos más!". Son simples precauciones, vacunas para evitar que el vacío de cualquier desaparición, por ínfimo que sea, termine por agrandarse en cualquier momento, en la noche menos pensada.

ENRIQUE VILA-MATAS