2 de juny 2008

Terratrèmol de Lisboa (2)


El día después

Debido a un golpe de suerte, la familia real escapó ilesa de la catástrofe. El rey José I de Portugal y la corte habían salido de la ciudad, después de asistir a misa al amanecer, satisfaciendo el deseo de una de las hijas del rey de pasar el día de la fiesta de todos los santos lejos de Lisboa. Después de la catástrofe, José desarrolló un gran miedo a vivir bajo techo, y la corte fue acomodada en un enorme complejo de tiendas y pabellones en las colinas de Ajuda, entonces en las cercanías de Lisboa. La claustrofobia del rey no disminuyó nunca, y no fue hasta después de su muerte que su hija Maria I de Portugal comenzó a construir el palacio real de Ajuda, que se encuentra en el sitio del viejo campo de tiendas.

Al igual que el rey, el primer ministro Sebastião de Melo (el Marqués de Pombal) sobrevivió el terremoto. Se cuenta que respondió a quien le preguntó qué hacer: "Cuidar de los vivos, enterrar a los muertos". Con el pragmatismo que caracterizó todas sus acciones, el primer ministro comenzó inmediatamente a organizar la recuperación y la reconstrucción. Envió a bomberos al interior de la ciudad para extinguir las incendios, y a grupos organizados para enterrar los millares de cadáveres. Había poco tiempo para disponer de los cadáveres antes de que las epidemias se extendieran. Contrariamente a la costumbre y contra los deseos de la Iglesia, muchos cadáveres fueron cargados en barcazas y tirados al mar, más allá de la boca del Tajo. Para prevenir los desórdenes en la ciudad en ruinas, y, sobre todo, para impedir el saqueo, se levantaron patíbulos en puntos elevados alrededor de la ciudad y al menos 34 saqueadores fueron ejecutados. El ejército fue movilizado para que rodeara la ciudad e impidiese que los hombres sanos huyeran, de modo que pudieran ser obligados a despejar las ruinas.

No mucho después de la crisis inicial, el primer ministro y el rey rápidamente contrataron arquitectos e ingenieros, y en menos de un año, Lisboa estaba ya libre de escombros y comenzando la reconstrucción. El rey estaba ansioso de tener una ciudad nueva y perfectamente ordenada. Manzanas grandes y rectilíneas, amplias avenidas fueron los lemas de la nueva Lisboa. Cuando alguien le cuestionó al Marqués de Pombal la necesidad de tales calles anchas, éste contestó: "un día serán pequeñas". De hecho, el caótico tráfico de la actual Lisboa refleja la sabiduría de la respuesta.

Los edificios pombalinos están entre las primeras construcciones resistentes a los terremotos en el mundo. Se construyeron pequeños modelos de madera para hacer pruebas, y los terremotos fueron simulados por las tropas que marchaban alrededor de ellos. La nueva zona céntrica de Lisboa, conocida hoy como Baixa Pombalina, es una de las atracciones turísticas más conocidas de la ciudad. Secciones de otras ciudades portuguesas, como Vila Real de Santo António en el Algarve, se reconstruyeron también siguiendo los principios pombalinos.


Implicaciones sociales y filosóficas


El terremoto sacudió mucho más que ciudades y edificios. Lisboa era la capital de un país devotamente católico, con una larga historia de inversiones en la Iglesia y la evangelización de las colonias. Más aún, la catástrofe tuvo lugar un día de fiesta católico y destruyó prácticamente cada iglesia importante. Para la teología y filosofía del siglo XVIII, esta manifestación de la cólera de Dios era difícil de explicar.

El terremoto influyó profundamente en muchos pensadores de la Ilustración europea. Muchos filósofos contemporáneos mencionaron o hicieron referencia al terremoto en sus escritos, notablemente Voltaire en Cándido y en su Poème sur le désastre de Lisbonne (poema sobre el desastre de Lisboa).

El carácter arbitrario de la supervivencia fue probablemente lo que más le marcó, llevándose a satirizar la idea, defendida por autores como Gottfried Wilhelm Leibniz o Alexander Pope, de que "éste es el mejor de los mundos posibles". Como escribió Theodor Adorno, "el terremoto de Lisboa fue suficiente para curar a Voltaire de la teodicea de Leibniz". A finales del siglo XX, siguiendo a Adorno, el terremoto de 1755 ha sido presentado a veces como análogo al Holocausto en el sentido de catástrofe tan enorme que tuvo un impacto transformador en la cultura y la filosofía europeas.


El concepto de lo sublime, aunque existió antes de 1755, fue desarrollado en filosofía y elevado su más alta expresión por Immanuel Kant, en parte como resultado de sus intentos para comprender la enormidad del seísmo y del tsunami de Lisboa. Kant publicó tres textos separados sobre el terremoto de Lisboa. El joven Kant, fascinado con el terremoto, recogió toda la información disponible en gacetillas de noticias, y la usó para formular una teoría sobre las causas de terremotos. Su teoría, que implicaba cambiar de sitio enormes cavernas subterráneas llenas de gases calientes, fue (aunque erróneo en última instancia) una de las primeras tentativas sistemáticas modernas para explicar los terremotos mediante causas naturales, antes que sobrenaturales. Según Walter Benjamin, el delgado libro elaborado por un joven Kant sobre el terremoto "representa probablemente el principio de la geografía científica en Alemania. Y ciertamente el comienzo de la sismología."

Por otra parte, Werner Hamacher (un pensador posmoderno, entusiasta de Hegel, y como tal con una postura anti-Ilustración y anti-modernidad) ha afirmado que las consecuencias del terremoto penetraron en el vocabulario de la filosofía, haciendo inestable e incierta la común metáfora que establecía firmes bases sobre la tierra en las discusiones de los filósofos: "bajo la impresión ejercida por el terremoto de Lisboa, que tocó la mentalidad europea en una [de] sus épocas más delicadas, la metáfora del suelo y el temblor perdió totalmente su aparente inocencia; ya no se usaron más como figuras del discurso"(263). Hamacher afirma que la certeza fundacional de la filosofía de Descartes comenzó a convulsionarse como consecuencia del terremoto de Lisboa.


La política portuguesa

En la política interna portuguesa el terremoto fue devastador. El primer ministro era el favorito del rey, pero la aristocracia lo desdeñaba como el advenedizo hijo de un hacendado rural (aunque hoy se conoce al primer ministro Sebastião de Melo como el Marqués de Pombal, el título no le fue concedido hasta 1770, quince años después del terremoto). Por su parte, el primer ministro sentía aversión por los viejos nobles, a los que consideraba corruptos e incapaces de tomar acciones prácticas. Antes del 1 de noviembre de 1755 había una lucha constante para conseguir el poder y el favor real, pero más tarde, la respuesta competente del Marqués de Pombal cercenó con eficacia el poder de las viejas facciones aristocráticas. La oposición y el resentimiento silenciosos hacia el rey José I comenzaron a manifestarse, lo que culminaría con un intento de magnicidio en la persona del rey, y la eliminación del poderoso duque de Aveiro y de la familia Távora.

El nacimiento de la sismología
La respuesta del primer ministro no se limitó a los aspectos prácticos de la reconstrucción. El Marqués ordenó que una detallada encuesta fuese enviada a todas las parroquias del país con respecto el terremoto y a sus efectos. Las preguntas incluyeron:

¿Cuánto tiempo duró el terremoto?
¿Cuántas réplicas se sintieron?
¿Qué daños fueron causados?
¿Se comportaron los animales de modo extraño? (esta pregunta se adelantó a los estudios de los sismólogos chinos en los 1960s)
¿Qué sucedió en los pozos y albercas?
Las respuestas a estas preguntas y otras todavía se encuentran archivadas en la torre de Tombo, el archivo histórico nacional. Estudiando y comparando los informes de los sacerdotes, los científicos modernos pudieron reconstruir el acontecimiento desde una perspectiva científica. Nada de ello hubiese sido posible sin la encuesta ideada por el Marqués de Pombal. El Marqués es considerado el precursor de los sismólogos modernos, ya que fue el primero que trató de conseguir una descripción científica objetiva de las variadas causas y consecuencias de un terremoto.

La hipótesis más aceptada es que el epicentro estaba en la zona de fractura Azores-Gibraltar, al norte del banco Gorringe. Esta zona de fractura, que representa la frontera entre la placa africana y la euroasiatica, tiene forma de escalón fracturado a causa de los efectos compresivos que sufre. Analizando los testimonios contemporáneos recogidos por el Marqués -especialmente los referidos a los tres tsunamis que sufrió la ciudad- se puede concluir que una superficie del fondo marino equivalente a un círculo de 300 km de radio bajó unos 30 m durante el terremoto a causa de la subsidencia de la parte inferior del escalón.

http://es.wikipedia.org/wiki/Terremoto_de_Lisboa
http://www.solociencia.com/geologia/07110381.htm