5 de maig 2008

El preu dels aliments (II) Les solucions


¿QUÉ SE PUEDE HACER PARA EVITAR HAMBRUNAS?
Si el problema de la subida de precios que afecta a millones de personas no se resuelve habrá hambrunas. En este sentido, lo que hay que hacer es aumentar la oferta mundial de alimentos, mediante la tecnología y la ciencia que ya existe, y subsidiar la comida de los más pobres a través del Programa Mundial de Alimentos (WFP), así como avanzar en la liberalización del comercio. Algo así nos diría hoy uno de los economistas que más admiro: “La crisis entre oferta y demanda podría ser paliada por la humanidad en los próximos años gracias a la ciencia y a la tecnología” John Maynard Keynes (1883-1946), padre del intervencionismo estatal y en gran parte salvador del capitalismo de su autodestrucción.

Keynes decía que había que utilizar medidas fiscales y monetarias activas para hacer frente a períodos de recesión y a crisis cíclicas de la actividad económica. Su publicación más importante, The General Theory of Employment, Interest, and Money, es una de las mayores defensas de la intervención de los gobiernos en la economía para amortiguar los ciclos y estimular la demanda en tiempos de vacas flacas.

Es una falsedad decir hoy que no hay tierras para producir suficientes alimentos. “Los gobiernos tienen que hacer todo lo posible para estimular la producción de alimentos, y no frenarla” La crisis entre oferta y demanda que estamos viviendo actualmente podría ser paliada por la humanidad en los próximos años gracias a la ciencia y a la tecnología, que ya está disponible, además de la que se desarrollará en los próximos años. Existen los conocimientos y la tecnología para producir sustentablemente, con el avance de la biotecnología, a través de métodos conservacionistas, como por ejemplo, la siembra directa, optimizando el uso de la energía solar, etc. Pero el proceso de equilibrar la oferta de alimentos sólo se va producir si existe la decisión política de que el conocimiento y los recursos disponibles se traduzcan en una mayor oferta de alimentos.

REDUCIR LAS DISTORSIONES Y AVANZAR EN LA RONDA DE DOHA
Los gobiernos tienen que hacer todo lo posible para estimular la producción de alimentos, y no frenarla. Mientras tanto, y hasta que los precios se estabilicen, hay que subsidiar la comida de los más pobres, al mejor estilo keynesiano. “Es momento para avanzar en la liberalización del comercio y disminuir progresivamente las barreras arancelarias, cupos y subsidios a la producción de alimentos en los países más desarrollados” Es una necesidad urgente y un imperativo ético.

La agricultura ha sido el tema más controvertido de la Ronda de Doha de la Organización Mundial del Comercio (WTO). Los países desarrollados mantienen aranceles, cuotas a las importaciones, elevados subsidios y aranceles por valor de 200.000 millones de euros anuales. Y no quieren ni oír hablar de una posible reducción de los mismos. La Unión Europea, Estados Unidos, Japón son los países que más apoyan a sus agricultores.

Aunque en este momento el desacuerdo entre los países desarrollados y el G20 es evidente, se trata, desde mi punto de vista, del momento para avanzar en la liberalización del comercio y disminuir progresivamente las barreras arancelarias, los cupos, y subsidios a la producción de alimentos en los países más desarrollados, que distorsionan el comercio internacional, para favorecer la producción de alimentos allí donde sea posible, sobre todo en los países emergentes.

LOS BIOCOMBUSTIBLES NO SON EL PROBLEMA
El secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki-moon, habló de reducir los subsidios a los biocombustibles. El presidente George W. Bush respondió, por su parte, que sólo una pequeña parte del problema del alza de precios ha sido ocasionada por el mayor uso del suministro de cereales para la producción de etanol.

“Detener o no la producción de biocombustibles no debería ser el tema central a debatir”Lula fue más allá y calificó de absurda la teoría según la cual los biocombustibles son responsables del aumento del precio de los alimentos en el mundo. Algunos quieren atribuir la crisis mundial de alimentos a los biocombustibles. Esa es una distorsión absurda, dijo Lula, que reiteró una vez más su petición para que los países ricos supriman los subsidios.

No puedo estar más de acuerdo con Lula, el presidente de Brasil. Detener o no la producción de biocombustibles no debería ser el tema central a debatir. Hay quienes creen que su producción (derivada de maíz, remolacha, caña de azúcar, etc.) es una oportunidad para los países productores, como Brasil. Otros piensan que destinar alimentos para carburantes es un disparate. Yo pienso que lo que hay hacer es acomodar el comercio internacional para favorecer la producción en los países emergentes, todo ello dentro de la Ronda de Doha de la Organización Mundial del Comercio, que es el marco mas adecuado para hacerlo.

Durante décadas Europa, que es ineficiente para producir alimentos, subsidió a sus productores para mantener los precios bajos, justificada por la hambrunas de posguerra. Estados Unidos hizo lo mismo. Todo ello perjudicó la producción en los países emergentes, quitándoles competitividad. Ahora es el momento de priorizar en la producción mundial, subsidiando a quienes más lo necesitan.

El escritor italiano Italo Calvino decía que los autores clásicos tienen esa riqueza, influencia y vigor, que dejan huella y crean un universo con el paso del tiempo. Ese es precisamente el legado de dos lúcidos economistas como John Keynes y Thomas Malthus, que hoy vuelven a estar de moda.